martes, 24 de julio de 2012

MARIPOSA EN LA CIUDAD
El semáforo en rojo, los cartoneros con sus montañas pardas, los vendedores de la calle mezclan medias, jugos, celulares. Un muchacho duerme en algún umbral. La niña malabarista pone en órbita clavas de colores.
Sidonia se detiene entre la gente que va y viene. Lleva muchas flores bordadas en el vestido violeta. Una flor amarilla parece un girasol sobre su pecho. Vaya a saber qué manos, qué ojos, la bordaron en un pueblo de Méjico.
Sidonia mira al muchacho dormido y se pregunta qué dolores tendrá. De pronto aparece la mariposa color melón. Vuela, despistada, con borrachera de mariposa en la ciudad. Se posa sobre una flor amarilla que crece en un campo violeta.
Sidonia pone los brazos en círculo, para protegerla. Todo se detiene y silencia vaya a saber por cuánto tiempo. La mariposa liba, abre y cierra las alas.
Pasa una eternidad, una chispa de tiempo.
La mariposa remonta vuelo y todo vuelve a moverse.
Sidonia no vio a nadie que reparase en aquel suceso.
-Qué lindo vestido, madrecita -le dice una mujer boliviana, sin edad, desde sus calabazas.
Y Sidonia siente que la mira con ojos de haber visto las mismas cosas.
Extraído de Diablos y mariposas, Ediciones del Eclipse, 2005.
VENTAJAS DE LA ACUMULACION





A Sidonia le cuesta tirar cosas. Guarda casi todo. Los envases de champú, por el sonido que hacen al golpearlos. Los frascos goteros, porque es lindo ver caer las gotas una por una. Las latas, porque le gustan como ruedan.
Cuando se descuida, su casa está rellena de objetos que ella ignora tener. Si necesita una caja de esas que guardó porque eran buenas para guardar algo, es improbable que la encuentre.
Eso sí, cuando llega su cumpleaños y se junta con los amigos a tomar un vino, en un tris arma una orquesta con envases, chauchas secas, botellitas, latas, picaflores, cajitas de música y violines Stradivarius que encuentra sin siquiera ponerse a buscar.
Extraído de Diablos y mariposas, Ediciones del Eclipse, 2005.

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