jueves, 26 de julio de 2012

JOAQUÍN SOROLLA





Pintor español vinculado al impresionismo, del que hace una interpretación personal basada en el protagonismo absoluto de la luz y de la plasmación del movimiento de las figuras. Nació en Valencia el 28 de febrero de 1863. Inició su aprendizaje artístico en 1877 con el escultor Cayetano Capuz para después formarse en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Desde su juventud se interesó también por la pintura al aire libre (en plein air), con la que trataba de captar la luminosidad mediterránea, tanto en la huerta valenciana como en la playa, al igual que hacían por entonces los impresionistas franceses. Completó su educación en París y Roma y, tras volver a España en 1890, se afincó en Madrid, donde empezó una trayectoria profesional jalonada de éxitos, premios e importantes encargos: primera Medalla Nacional de Bellas Artes en 1892 y 1895, y el Gran Prix de la Exposición de París de 1900, entre otros muchos reconocimientos. Por estos años pintó obras de crítica social, como Y aún dicen que el pescado es caro (1894, Museo del Prado), que le otorgaron un cierto prestigio en Madrid y París. Su popularidad se extendió por toda Europa, realizando exposiciones en París (1906), Berlín y Colonia (1907) y Londres (1908), para después exhibir sus cuadros en varias ciudades de Estados Unidos. El éxito en Nueva York le proporcionó un importante encargo: la decoración de la sala principal de la Hispanic Society of America, presidida por Archer Milton Huntington, formada por catorce grandes paneles dedicados a representar las gentes y costumbres de las diversas regiones de España. Elegido académico de Bellas Artes de San Fernando en 1914, cayó gravemente enfermo en 1920 y murió el 10 de agosto de 1923. Artista de ingente producción, cuya pintura reflejó fielmente las circunstancias históricas y las contradicciones de un fin de siglo en crisis. Sus contactos con el mundo europeo le permitieron superar pronto valores y temáticas tradicionales para vincularse a los nuevos procesos de creación. La pintura en plein air de los impresionistas influye en su estilo, que, sin el interés científico de los franceses, puede considerarse como un realismo a plena luz. Relevante retratista, Aureliano de Beruete (1902, Museo del Prado, Casón del Buen Retiro). Entre sus temas preferidos destaca, no obstante, su dedicación al paisaje levantino, de ambiente costero, siempre con presencia humana, que plasma con un protagonismo absoluto de la luz, que hace vibrar los colores y marca el movimiento de las figuras: Niños en la playa (1910, Museo del Prado), Paseo a orillas del mar (1909) y El baño del caballo (1909, Museo Sorolla, Madrid). 





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