lunes, 23 de julio de 2012

"Maestras taxi", un problema educativo

Para poder subsistir, van a varias escuelas


-Hola, ¿Florencia?

-Si.
-Te llamo para hacerte una nota.
-¿Ahora? Imposible, estoy entrando en el otro colegio. ¿De qué se trata?
-De las maestras taxis, como vos, que tienen muchas horas de clase en diferentes lugares y no paran ni para comer, ¿no? Me dijeron que vos...
-Ja, ¿en serio? Llamame a las cinco y media y te cuento.
Qué sería de Florencia y de otros miles de maestros y profesores argentinos si no tuvieran un celular. El teléfono les permite viajar de una punta a la otra de la ciudad (o de la provincia) y, durante la travesía, impartir órdenes a quienes cuidan de sus hijos, organizar las clases particulares que también dan después de hora y estudiar para los cursos de capacitación, mientras comen bocados apurados y compran algo para la cena.
¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno que se hace por pura necesidad para poder mejorar sus magros ingresos? Que los docentes, especialmente los que dictan materias en el nivel secundario, no tienen demasiado contacto con los chicos, a veces ni recuerdan el nombre de todos porque se reparten una hora en el centro, tres en Caballito y cuatro en Boedo, y llegan agotados a la nocturna. O que las maestras de grado que tienen doble turno en diferentes colegios (a veces, uno privado y el otro público) terminan organizando la reunión de padres en horarios inverosímiles o corrigiendo de madrugada.
¿Se deteriora la educación? Sí, por cierto, pero también se deteriora la sensación de pertenencia que deberían tener los alumnos con los docentes y los docentes con las escuelas.
"Para mí, el secreto está en cómo se llega a la docencia. Muchos lo hacen por vocación, pero hay una enorme cantidad que no la tiene e ingresan en el profesorado con un nivel de secundario paupérrimo, porque son los que estudiaron durante la crisis de 2001", dice Andrea Vadagnel, docente de 5° y 6° grado de un colegio privado de la zona norte y profesora de Taller de Espacio Audiovisual en un profesorado.
Para Axel Rivas, director de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento, Cippec, este tema no es nada menor.
"Tener muchos grupos de alumnos despersonaliza la enseñanza y saltar de una escuela a otra afecta las posibilidades de construir proyectos institucionales con un mismo grupo estable de docentes. Además, la acumulación de horas de trabajo en varias escuelas tiende a generar más ausentismo, porque resulta difícil lograr cumplir los horarios o las obligaciones en las tareas escolares."
Señorita maestra

Un día de Florencia -prefiere no dar su nombre porque trabaja en una institución pública y otra privada- comienza a las 6.30 de la mañana, cuando desayuna con su marido y dos hijos. Luego lleva a la escuela a los más chicos y ella ingresa en el primero de los establecimientos. Allí da clases en 4° A hasta el mediodía, baja los chicos al comedor y corre en busca de un taxi que la lleva al otro establecimiento, distante 50 cuadras, siempre en la ciudad de Buenos Aires.
"No me queda tiempo para nada y lo peor es cuando las madres te hablan de cosas muy puntuales y vos te las olvidaste. Por suerte, la currícula es la misma, pero te juro que cuando llega el mes de agosto, ya no das más."
- ¿Cuánto ganas?
-¿Entre los dos? Cerca de cinco mil quinientos.
La pesada herencia de 2001
"Yo creo que -agrega, en tanto, Vadagnel- a la larga es un ritmo que no podés mantener porque siempre algo se te va a escapar. Si no hacés una buena estrategia, sumás horas, pero bajás en calidad, y eso es malo para el alumno."
Y tira la bomba: "La escuela viene diez años atrás de cualquier proceso social que haya ocurrido; por lo tanto, recién estamos tapando los baches que nos dejó la crisis de 2001 y tratamos de ver cómo recuperamos el tiempo. La reforma educativa de Eduardo Duhalde, cuando fue gobernador, destrozó el sistema educativo, y, ahora, en vez de crear cosas, estamos revisando qué está bien y qué está mal, y no todos esos «profesores taxi» llegan a perfeccionarse. Vos lo ves en el cuaderno de comunicaciones, los docentes tienen errores de ortografía".
Florencia, Karina, Mariana y tantos otros tienen un sueldo de bolsillo de 2340 pesos, de modo que para poder vivir tienen que trabajar no menos de 11 horas en la calle, más las que invierten en corrección y demás, para llegar a arañar los 5000 pesos.
"Las ocho horas de clase frente a alumnos -dice Rivas- es un problema pedagógico, porque las condiciones de enseñanza hoy hacen agotadora esa tarea diaria y afecta las relaciones interpersonales, la posibilidad de capacitarse, la dedicación personal a los alumnos con más dificultades y la motivación para dar clases."
- ¿Y qué se puede hacer?
-Idealmente deberíamos avanzar hacia un esquema de seis horas diarias de trabajo en la escuela, más una hora de almuerzo en un modelo de jornada extendida, que ofrecería muchas más posibilidades para los alumnos, con una jornada laboral más acorde para los docentes. En esta dirección está avanzando Córdoba en el segundo ciclo de la educación primaria.
Los consultados opinan que a nivel de la escuela media las cosas empeoran y proponen que se modifique el tiempo de trabajo de los profesores en menos escuelas, con cargos docentes en vez de horas cátedra y con horas institucionales pagas para trabajar en proyectos específicos.

Alejandra Rey 
LA NACION
20 de marzo de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario