El virtuosismo del cantante Bobby McFerrin es de un tipo único. Se suele repetir que, por lo menos en el jazz, los instrumentos de viento se tocaron inicialmente buscando efectos vocales. También podría ser cierto más bien lo contrario, que la voz devino un instrumento, desprendida de su función de cantar palabras. Como sea, la improvisación vocal resulta, por lo menos en Occidente, algo más demorada e inusual que la instrumental. Aun con sus ocasionales exageraciones, McFerrin es la excepción. Decir que es un músico de jazz no sería del todo exacto (peor sería condenarlo a la noria de su éxito "Don't Worry, Be Happy"), en la medida en que sus improvisaciones no siempre siguen las reglas de ese lenguaje. Sería mejor decir que es de todas partes y de ninguna. A los sesenta años, sigue siendo, sobre todo, lo que fue siempre: un improvisador.
En las notas al disco VOCAbuLarieS , McFerrin dice que "como improvisador, todo existe en el momento". Realmente, su arte es sincrónico, parece recrearse instante tras instante. Además, es uno de los pocos que puede, solo, provocar una interacción interesante consigo mismo. Eso, un concierto solo a capella , es lo que hará el jueves 4, a las 21.30, en el Teatro Gran Rex. "Voy a presentar un show completamente solo, que sigue siendo el tipo de conciertos que más me gusta hacer -cuenta McFerrin-. Empiezo siempre con una improvisación pura, con la música que me sale en ese momento. A medida que la noche avanza, canto algunas de las canciones que más gustan, según el ánimo que yo tenga y el humor que perciba en la sala. Voy a hacer también algunas de las piezas interactivas que inventé para que cante todo el público. A veces, invito a alguien del público a que cante y baile conmigo en el escenario. Pero no tengo ningún programa ni orden predefinido. Improviso todo. Quiero que la gente salga del concierto con la misma alegría y sensación de libertad que yo tengo cuando hago música."
-Más allá del jazz, parece haber en usted una avidez por la música de todas las épocas y de todos los territorios. ¿Cuál es la primera música que recuerda haber escuchado?
-Cuando era chico, nuestra casa estaba llena de música. Me acuerdo de escuchar a Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, a mi padre, que cantaba todo tipo de canciones y spirituals y ópera, y a mi madre, que ensayaba sus solos para cantar en la iglesia. Había muchísimo, todo difuminado y borroneado. Eso es algo que nunca me voy a cansar de agradecer.
- VOCAbuLarieS , su último disco, muestra un tejido babélico de voces. ¿Diría que su pensamiento musical es también como una gigantesca torre de Babel?
-Creo que la música es un lenguaje universal que trasciende las divisiones culturales. A medida que las grabaciones y los viajes nos ponen cada vez más en contacto con diferentes tradiciones musicales, éstas se encuentran y unen en nuestros oídos. La música y el lenguaje son intentos de comunicarnos entre nosotros, de contarnos historias sobre lo que significa ser humano. Es muy bueno que usted mencione el relato bíblico de Babel. Dios dispersa a los hombres y les asigna lenguas distintas; a partir de entonces, tienen que trabajar mucho para entenderse. Y la música es una de las maneras que encontramos para entendernos. Así que supongo que la respuesta a su pregunta es: ¡sí! Mi pensamiento musical tiene mucho de Babel.
-¿Cuándo descubrió que podía improvisar con material proviniente no sólo del jazz sino también de la llamada música clásica?
-Supongo que siempre lo supe. Como le decía antes, crecí en una casa en la que se escuchaba todo el tiempo todo tipo de música, sobre todo clásica y jazz pero también otras cosas. Los géneros de música no están separados ni en mi cabeza ni en mis oídos.
-¿Cree entonces que puede improvisar sobre cualquier tipo de material o repertorio?
-Suelo hacer bastante "improvisación pura", es decir, no basada en ningún material ni ningún motivo, por lo menos no al principio, sino solamente en el movimiento hacia delante. Cuando la gente me pregunta cómo aprender a improvisar, siempre contesto lo mismo: hay que cantar diez minutos, sin detenerse, todos los días. Improvisar sobre un material específico (por ejemplo, el motivo de una pieza clásica o una progresión armónica) también puede ser estimulante. Cualquier punto de partida sirve. ¡Lo importante es dar el salto!
-Me gustaría que explicara cómo se produjo la transición del trabajo con la voz a la dirección de orquesta.
-Aun en las épocas en que más me dediqué a dirigir, durante la década de 1990 por ejemplo, nunca dejé de cantar y usé siempre mi voz como parte de la interpretación y como vehículo ideal para comunicarles a los músicos de la orquesta mis ideas sobre el fraseo y la interpretación. Seguramente usted sabrá que yo fui pianista antes de ser cantante. Empecé a actuar como pianista alrededor de los catorce años, y no me di cuenta de que era pianista hasta que cumplí veintisiete. Y cuando era chico tocaba asimismo el clarinete con bastante solvencia. Le cuento esto para explicarle que el abordaje instrumental no me resulta para nada extraño. De todas maneras, dirigir fue un desafío enorme, y todavía lo es. Me encanta dirigir y trabajar con orquestas, pero la voz sigue siendo para mí el foco principal, la manera más inmediata que tengo de comunicarme con el público y llevar a la vida toda la música que escucho en mi cabeza.
-Hace un tiempo usted dijo que la tecnología estaba volviéndonos oyentes impacientes. ¿Cree que eso puede revertirse o, más bien, la manera de escuchar cambió definitivamente?
-Dicen que lo único permanente es el cambio. Efectivamente, la tecnología nos vuelve impacientes y también contribuye a moldear nuestra capacidad de escuchar cada vez más. La gente está ávida de novedad y excitación, pero desea también familiaridad y paz. Nuestra manera de escuchar seguirá cambiando, y esto implica mirar a veces al pasado tanto como al futuro. Siempre es interesante ver qué cosa nos trae el futuro. Realmente, yo no puedo predecirlo. Pero, en los conciertos que doy, trato de zambullirme en el instante e invito a todos a que se zambullan conmigo y escuchen lo que pasa cuando canto, y cómo eso que canto se desarrolla en tiempo real.
Ficha. Bobby McFerrin cantará el jueves 4 de agosto a las 21.30, en el Teatro Gran Rex (Av. Corrientes 857). Entradas desde 120 pesos. 5237-7200.
The VoiceCon un título significativo, el primer disco de Bobby McFerrin fue también el primer disco de voz sola en la historia del jazz.
The Mozart SessionEl pianista Chick Corea fue uno de los colaboradores más habituales de McFerrin. Aquí, abordan piezas de Mozart.
Simple PleasuresUna de las razones por las que Simple Pleasures será recordado es que incluye la canción "Don't Worry, Be Happy".
VOCAbuLarieSPublicado en 2010, este disco, hecho en colaboración con Roger Treece, es uno de los más ambiciosos del cantante.
Live in MontrealAunque hay algunos invitados (como su amigo el multiinstrumentista Richard Bona), este DVD de un concierto en el Festival Internacional de Jazz de Montreal -editado localmente- muestra un plan bastante semejante al que presentará en Buenos Aires: improvisaciones en voz sola con un repertorio que va de la música clásica al jazz.
LA NACION
ADN
29/07/2011
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