¡Hay que ver! ¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero…! -Le comentó una mujer a su marido.
Y añadió:
- Quizás necesita un jabón nuevo… ¡¡Ojalá pudiera ayudarla a lavar las sábanas!!
El marido la miró sin decir palabra alguna. Cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso al mirar a través de la ventana y ver cómo la vecina tendía su ropa recién lavada.
Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas blancas, como nuevas, y dijo al marido:
- ¡Mira, por fin ha aprendido a lavar la ropa! ¿Le enseñaría otra vecina?
El marido le respondió:
- No, hoy me levanté más temprano y limpié los cristales de nuestra ventana…
Todo depende del cristal con que se mire.
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