Papeles de trabajo compila textos, poemas y anotaciones que a
lo largo de los años Juan José Saer fue volcando en sus cuadernos, laboratorio
de su literatura.
Cuando la obra literaria
de un escritor entra en ese circuito incesante de la memoria y la
interpretación que alimentan los arcones donde se guardan los manuscritos y los
tapuscritos inéditos, los cuadernos, los borradores y los textos olvidados, se
asume enfáticamente que ese autor ya se halla en el centro del canon. Con los
"nuevos libros" de un pretérito clausurado por lo póstumo, las
editoriales sacian el ansioso placer del texto de los lectores huérfanos y la
aluvial exégesis de los estudiosos. Inesperadamente, el escritor sigue
escribiendo para nosotros, lo cual confirma el carácter espectral de la
literatura: no hay "muerte del autor", porque acaso todo autor ya es
un muerto, toda escritura es testamentaria y, como quería Chateaubriand, sólo
se pueden escribir "memorias de ultratumba". Incluso en lo inacabado
y en lo improvisado siempre se trata de literatura y con ella hay un núcleo de
sentido que se expande: los escritos inéditos dialogan de algún modo particular
con la figura del escritor puesta en juego y con los lectores que conforman su
audiencia, su destinatario implícito.
Uno de los sentidos que abre la literatura con
los textos recuperados es qué tipo de vínculo establecen éstos, en una nueva
trama, con los textos conocidos y, también, qué tipo de escritor hay allí,
quién era ese sujeto en la suspensión, atemporal y a la vez fechada, del acto
mismo de escribir literatura. Si el autor de esos textos recuperados del
archivo es Juan José Saer (1937-2005), como ocurre con estos Papeles de trabajo , primer volumen de la colección
de Borradores inéditos , su descubrimiento resulta
fascinante. Saer, como observó Julio Premat en su Héroes sin atributos(2009), fue
"junto con Borges, uno de los autores argentinos que con más clarividencia
y dramática intensidad instaló en el centro de su literatura la pregunta del
cómo ser, o volver a ser, o seguir siendo, escritor" y tuvo, desde sus
comienzos, un verdadero proyecto ficcional. Premat -uno de los más agudos
especialistas en la obra de Saer, autor de La
dicha de Saturno (2002) y de
la edición crítica de Glosa y El entenado publicada en la colección Archivos
(2010)- halló en el armario-biblioteca del departamento de Saer en París
sesenta cuadernos, veinte carpetas y hojas sueltas con "manuscritos de
buena parte de la obra publicada, una serie importante de poesías y de
ensayos" y un conjunto de escritos que incluye "ideas, aforismos,
textos truncos, algunos relatos terminados, borradores de comienzos,
comentarios de lectura, agudezas, esquemas, etcétera, etcétera". Durante
cinco años, un equipo de investigadores por él dirigido -y con la ayuda de
otro, con sede en Argentina en el ámbito del Conicet (el proyecto Archivos
Saer, dirigido por Miguel Dalmaroni)- compiló, estudió, clasificó y estructuró
para su fluida lectura esa ingente y dispersa "masa textual
heterogénea" cuya publicación comienza con este libro.
El trabajo crítico de Premat y su equipo es
notable, de una agudeza crítica y de una extraordinaria probidad intelectual,
ya que -a pesar de su declaración de que no queda obra póstuma por publicar
excepto la que llegó a organizar el propio autor, como La grande (2005) o los ensayos de Trabajos(2006)- de hecho
produce "nuevos" libros de Saer que expanden y modifican la
percepción de su obra conocida y de su perfil de escritor. Es una tarea en
verdad compositiva, que no desdice la propia poética de Saer, sino que incluso
la afirma desde el mismo subtítulo de Borradores . El término, escribe Premat,
"no es ajeno al sistema semántico y lógico" de su obra. En títulos
como el del cuento "A medio borrar" o el de la novela Lo imborrable , en el carácter provisorio de lo
publicado, en el rechazo de libros definitivos, Saer piensa, como la crítica
genética, "la literatura a partir de las variaciones, lo inacabado, lo
incompleto. Borradores de toda la obra, no manuscritos de libros
publicados". Papeles de
trabajo contiene un prólogo
en que se establecen la tipología y la cronología de los textos y un exhaustivo
aparato de notas que reconstruyen todos sus elementos y los vínculos minuciosos
con toda la obra conocida. Premat divide los escritos de este volumen en cuatro
partes: el "Cuaderno 0" (los textos inéditos de juventud anteriores a
1960); los "Papeles argentinos" (siete cuadernos y textos sueltos,
previos al viaje y radicación de Saer en Francia); el "Cuaderno Núcleo
I" (casi un libro autónomo y valiosísimo de ideas generales sobre la
literatura, comentarios, citas y breves ensayos escritos entre 1963 y 1978) y,
en fin, los documentos y variantes de la novela La ocasión .
La sola lectura de las ochenta y tres páginas de
apretada tipografía que reproduce ese "Cuaderno Núcleo 1", que Saer
refería como un cuaderno viejo en el que había notas sobre ficciones, ensayos,
algunas citas y frases retomadas en alguna novela, ya justifica el volumen. Se
trata de un Saer en plenitud, que reflexiona sobre el arte de la ficción o
esboza argumentos; que define, por ejemplo, que "lo nacional es la
infancia" de un modo afín a cierto anarquismo, ya que ningún Estado puede
adjudicárselo toda vez que no representa la "sola praxis crucial" de
la adquisición de un lenguaje y de una experiencia en el horizonte del mundo,
porque la memoria actualiza lo natal y en esa materia fulgura lo narrado. O
bien especula sobre el paisaje histórico y el modo en el cual el tiempo
modifica la naturaleza encarnada en la historia. Pero asimismo hay relecturas
del surrealismo, de Borges, de Lugones, de Faulkner,de James, de Pavese, del
artista como crítico. También, las habituales opiniones contundentes de Saer,
sus conocidas preferencias y algunas de sus beligerancias, como el desdén por
Marechal o el brutal, razonado sarcasmo que comienza: "David Viñas es como
un pollo deshuesado. Tiene fibra, pero la fibra de la pechuga; si uno la
hierve, pierde cohesión".
El resto de los cuadernos ofrece múltiples
epifanías donde el lector puede percibir varios rasgos característicos. Uno de
ellos es la proliferación de los comienzos o la expansión de los relatos. Por
ejemplo, los inicios tentativos de El
limonero real (1974) o los de La ocasión (1986), o bien esa expansión que
conforman tanto el sentido fenomenológico del lugar o la zona en la literatura
de Saer como los personajes que recurren al modo de una genealogía narrativa:
relatos en los cuales se completan escenas no dichas, como lo narrado en
"El menos", que revela lo ocurrido después del asesinato de Rivarola
en el cuento "Fuego para Rivarola", incluido en En la zona (1960). O la otra versión titulada
"A medio borrar", o las narraciones que circundan los cuentos de Unidad de lugar (1967), o la reaparición de los
personajes de Tomatis, Barco, Leto, Natal. Otro rasgo es la confirmación de la
radical importancia de la poesía para Saer, no sólo como lector sino como
poeta, con la inclusión de varios poemas no publicados en El arte de narrar (1977 y 2000) o el muy temprano
proyecto de una "novela poética".
Es
notable la lúcida autoconciencia del proyecto de escritor y de escritura. En El concepto de ficción (1997) Saer escribió que "el
escritor no es nada, nadie" y que, si para el resto de los hombres esa
ausencia de contenido es llenada con imágenes sociales, "para el escritor
todo el asunto consiste en preservarla" de ellas. En estos cuadernos se
registra su conmovedora declaración de que "no permitiré que nadie penetre
en mis cuadernos, como han hecho con Kafka y con Pavese. No me moriré. Yo
elegiré con el tiempo cuál es la palabra justa y necesaria que debo decir"
y también sus luchas contra la dispersión y la pérdida de tiempo, el
encarnizado trabajo que se disemina incesante en cada uno de los apuntes, de
los comienzos, de las pruebas, de las afirmaciones. Nada lo contradice. Este
volumen afirma que la literatura de Saer es un acto puro, una continua
realización y, a la vez, un ejercicio abierto, inconcluso. Al igual que todos
los grandes escritores, también con estos cuadernos Saer nos sigue previendo,
inventando como lectores..
PAPELES
DE TRABAJO
Por JUAN JOSÉ SAER
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