domingo, 30 de marzo de 2014

Es solo cuestión de actitud.

No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente ésa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella... ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino".

Viktor Frankl

domingo, 2 de marzo de 2014

El camino no elegido
Dos caminos divergieron en un bosque,
Y afligido porque no podría caminar ambos
Siendo un solo viajero, estuve largo tiempo de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como la vista alcanza,
Hasta donde se perdía en la maleza.
Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y agradable de caminar;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.
Y ambos esa mañana yacían igualmente,
En ninguno de los dos hubiera pisado hojas negras.
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo la inexorable manera en que las cosas siguen u curso,
Dudé si debí haber regresado sobre mis pasos.
Debo estar diciendo esto con un suspiro
Que en alguna parte envejece y hace envejecer,
Dos caminos divergieron en un bosque,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso ha representado toda la diferencia.



El peligro de la esperanza
Es justo allí
A mitad de camino entre
El huerto desnudo
Y el huerto verde,
Cuando las ramas están a punto
De estallar en flor,
En rosa y blanco,
Que tememos lo peor.
Pues no hay región
Que a cualquier precio
No elija ese tiempo
Para una noche de escarcha
.


Robert Frost (*)

(*) Robert Frost: (San Francisco, 26 de marzo de 1874 - Boston, 21 de enero de 1963) fue un poeta estadounidense considerado uno de los fundadores de la poesía moderna en su país, por expresar, con sencillez filosófica y profundidad sentimental, la vida y emociones del hombre rural de Nueva Inglaterra.

Los tres peces
Anónimo

Esta es la historia de tres peces que vivían en una pequeña charca. Uno era muy inteligente, otro normal y el tercero era un pez tonto.
Un día llegó un hombre con una red de pescador. El pez inteligente, viendo que en la charca no había donde esconderse tramó un plan. Saltó fuera del agua y contuvo la respiración, el sorprendido pescador lo miró pensó que estaba muerto y lo volvió a arrojar al agua.
El pez dotado de una inteligencia normal, copió el procedimiento que acababa de presenciar, pero se le olvidó contener la respiración. El pescador sorprendido de que todos los peces "saltaran a su alrededor", lo miro y viendo que respiraba lo guardó en su bolsa. Pero con la confusión que le provocaba el hecho de que los peces saltaran a tierra junto a él, no cerró la solapa de su bolso. Cosa que aprovechó el pez para liberarse, y moviéndose a sacudidas una y otra vez volvió al agua.
El tercer pez no comprendió nada de lo que había ocurrido, pero saltó fuera del agua siguiendo el guión de lo que había presenciado con sus dos compañeros. Entonces el pescador habiendo perdido ya dos peces, puso a este en la bolsa y la cerró. Ni tan siquiera comprobó si respiraba o no. Pensó que si estaba muerto se lo daría a su gato.
Moraleja: En ocasiones copiamos actitudes que creemos que nos serán de utilidad. Pensamos que si funcionó con otra persona, puede que a nosotros nos sirva. Sin embargo, lo que puede ser útil en un momento determinado no lo es en el siguiente, no hay fórmulas fijas. Los peces son una metáfora que puede hacernos reflexionar sobre nuestro estado actual.

Frases

  • Ocurra lo que ocurra, las ilusiones hay que mantenerlas vivas hasta el último minuto. Pablo Alborán
  • Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames! A ti y a mí nos llevan olas sin leyes. ¡Somos a un mismo tiempo santos e infames, somos a un mismo tiempo pobres y reyes! Manuel Machado
  • Creo en los derechos humanos para todos, y ninguno de nosotros está calificado para juzgar a los demás y que ninguno de nosotros debería por lo tanto tener esa autoridad. Malcolm X
  • La vitalidad se revela no solamente en la capacidad de persistir sino en la de volver a empezar. F. Scott Fitzgerald
  • En los quince años que llevo de artista, este ha sido el primer cuidado: no dejar de ser como siempre fui. Nada se me ha subido a la cabeza y esto produce sus efectos. En cualquier parte la gente no me admira, pero me quiere. Pedro Infante
  • La vida nos tumba muchas veces pero hay segundas oportunidades y lo mejor está por llegar. María Dueñas
  • Debemos atrevernos a ser grandes y darnos cuenta de que la grandeza es el fruto del esfuerzo y el sacrificio. Theodore Roosevelt
  • (...) He visto, también, los que no cejan: buscando a tientas; aferrándose (o soltándose) al centro en las mareas cambiantes; dejando un tenue rastro del perfume inconfundible en los vientos furiosos; librando, cada día, la batalla más difícil, la única noble, la de adentro; borrando con su propia sangre los dictados negros (propios y ajenos); equivocándose, equivocándose y volviendo a empezar; dudando de su fuerza, pero ofreciendo el pecho; sabiendo que está todo por hacer, y que tendrá que ser hecho cada vez por cada uno; templando su coraje en la negrura más espesa de la noche. Pedro Aznar
  • ¿Acaso los momentos más conmovedores de nuestra vida no nos encuentran sin palabras? Marcel Marceau
  • Quien no comete errores es un ser que no sabe vivir, es un ser estancado en la vida. Sólo quien intenta ser mejor, vivir mejor y aprender más, comete errores. De cada error se saca una positiva lección, cada error es una enseñanza que nos permita avanzar. Norman Vincent Peale
  • Cuando llegue, ¿llegará sin previo aviso mientras me esté hurgando la nariz? ¿Derribará mi puerta de buena mañana, o me pisará el pie de buena mañana, o me pisará el pie en el autobús? ¿Vendrá como un cambio de tiempo? ¿Será su saludo tosco o cortés? ¿Alterará mi vida por completo? Oh, dime la verdad sobre el amor. Wystan Hugh Auden
  • Nos enfrentamos a nuestras vidas tal y como se nos presentan, y aunque no suframos una verdadera escasez, todos tenemos distintas hambres profundas – hambre de mujer, hambre de amor, hambre de contacto, hambre de un sentido-. Quizá todas ellas sean lujosas, pero son lo bastante serias para quien las experimenta. Leonard Cohen