Nelson Mandela sufrió lo que pocos seres humanos han sufrido en este mundo loco y cruel. Pero cuando tras muchos años de inconcebible encarcelamiento fue liberado y le llegó la hora de tomar las riendas de su país, entendió que no podía construir desde el resentimiento ni desde la rabia sino únicamente desde la reconciliación. Buscó y halló compasión en el fondo de su corazón, y unió a su país, y lo hizo fuerte y libre.
No importa lo que hayas sufrido, no importa lo que te hayan hecho, no importan las pequeñas o grandes injusticias que hayas tenido que soportar. Importa lo que quieras hacer, importa lo que quieras crear, y sólo se crea belleza y porvenir si mantienes el odio alejado de tu espíritu y de tu intención.
Mandela fue un activista, Mandela fue un símbolo de la opresión y encarnó la épica de los años de lucha contra la segregación racial en su país. Pero por lo que sobre todo será recordado es por su bondad y por su ternura, de la que sacó su increíble fuerza para cambiar la Historia y para dejar un mundo mejor del que encontró. Con su sonrisa ancha aprendió a sonreír Sudáfrica.
Mandela nos enseñó que amar al enemigo para que deje de serlo es mucho más rentable, y mucho más humano, que estar en la trinchera siempre, y siempre con miedo, y siempre desconfiando. Mandela nos enseñó que la mayor fortaleza no es castigar sino perdonar, y que el poder no sirve de nada si no tienes autoridad, y que la libertad es siempre un sacrificio, y que uno no puede exigir lo que no está dispuesto a dar.
Mandela dignificó y honró cada uno de los días que estuvo en la cárcel no con la venganza, no con la persecución de sus carceleros, no ajustando ninguna cuenta pendiente sino perdonando y haciendo perdonar, reconciliándose con los que le habían robado la mayor parte de su vida, compadeciéndose del gran dolor del mundo y calmándolo con su infinita ternura. Su lección es una de las más difíciles.
No fue su arrogancia sino su humildad lo que le hizo grande, grande de una grandeza que parece extinguida en estos tiempos y que resuena con todo su esplendor en este último y agradecido adiós a nuestro querido Nelson Mandela.
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