Luis Alberto Spinetta
Libélulas y pimientos
La Bibioteca
Nacional será sede de la muestra Los libros de la buena memoria, en homenaje al
músico argentino. En este artículo, que acompañará la exposición, el autor de
El país imaginado analiza las ideas y los textos que dieron forma al
pensamiento del fallecido compositor y sustentaron la singular lírica de sus
canciones
Cierto día en que
paseaban por el campo, el poeta Matsuo Bashô (1644-1694) y su discípulo Kikaku
se extasiaron mirando el revoloteo de las libélulas. En el acto, el discípulo
compuso un haiku:
¡Libélulas rojas!
Quítales las alas
y serán pimientos.
Quítales las alas
y serán pimientos.
El maestro repuso: "No. De esta manera
has matado a las libélulas". Y propuso otra versión:
¡Pimientos!
Añádeles alas
y serán libélulas.
¡Pimientos!
Añádeles alas
y serán libélulas.
La anécdota fascinaba a Luis Alberto Spinetta
en sus últimos años, tanto que llegó a contarla en más de una entrevista. Un
video realizado por Emilio Cartoy Díaz muestra a Spinetta comentando que, a su
entender, el episodio de Bashô resume y confronta "dos visiones del
mundo": la destrucciónversus la
creación.
La crítica de la violencia y de la destrucción
fue una constante en la obra de Spinetta y, con certeza, uno de los pilares de
la ideología del rock, que nació tras el nazismo e Hiroshima. Un sketch de la película Hasta que se ponga el sol (de Aníbal Uset), filmado en los
años de plomo, casi al mismo tiempo que la matanza de Ezeiza, muestra a los
músicos de Pescado Rabioso caminando por una calle apacible de un barrio
porteño. Aparece una limusina y tras ella va un coche algo destartalado. Una
especie de "personaje importante" baja de la limusina. Un tirador
baja del otro coche y le apunta con una grosera escopeta. Los músicos se
cruzan, por error, en la línea de fuego. Suena un disparo. David Lebón recibe
una bala perdida y reacciona indignado frente al tirador. "Tonto",
resume Spinetta.
De aquella bala perdida a la bengala perdida
del disco llamado nada menos que Tester
de violenciay basado en algunos textos de Michel Foucault, la postura de
Spinetta ante el instinto de muerte fue siempre activa, siempre creativa.
Lennoniana, podría decirse. Un grupo como Pescado Rabioso sondeaba la poesía en
los resquicios de la "dureza". Una canción como "Kamikaze"
hacía una crítica -no exenta de admiración- de la ética del sacrificio.
"Estoy en contra de la muerte. No concibo
la posibilidad de que los hombres se maten ni por inmolación, ni para beneficio
de la guerra, ni jugando a los dados o a la ruleta rusa, ni en la calle ni en
los accidentes", le decía Spinetta a Gabriel Senanes en una entrevista
donde hablaba del libro que le había inspirado esta última canción: Los kamikazes , de Fernando Castro.
Pero, a la vez, el sobre interno del disco
(también bautizado Kamikaze ) admitía su perplejidad por la
audaz convicción de estos guerreros: "¿Lamentablemente no hay más
kamikazes en la vida creativa?" [...]
* * *
Según Bashô, uno de los atributos más
importantes de un haiku era el de reunir dos principios opuestos que él llamaba fueki (lo immutable) y ryukô (lo efímero). Estos principios
-dicen los estudiosos del haiku- provienen de los conceptos chinos de yin (lo
cambiante, lo femenino, la luna, la sombra) y yang (lo estable, lo masculino,
el sol, la luz).
La noción de "pescado rabioso"
reunía dos conceptos en teoría opuestos o, al menos, irreconciliables. De esa
noción (de ese animal de agua que es víctima de una enfermedad de mamífero)
nacía algo dulce y violento a la vez: algo próximo a Led Zeppelin, algo que
(como el rock en su conjunto) ponía en tela de juicio los límites rígidos,
puristas, "tangueros", entre las sensibilidades mal o bien llamadas
femeninas y masculinas.
Una canción de Invisible se llama
"Encadenado al ánima". Otra se llama "En una lejana playa del
ánimus". Comparables en cierto aspecto al yin y al yang, ánima y ánimus
son dos conceptos de Carl Gustav Jung, a quien Spinetta leía con interés a
mediados de los años setenta. En síntesis, el ánima representaba para Jung el
lado femenino de la psiquis del varón y el ánimus era la parte masculina de la
psiquis femenina.
"El ánimus ama la vida. El ánima busca la
muerte", escribió Jung en El
secreto de la flor de oro .
"El ánimus es el alma-yang, luminosa, mientras que el ánima es el
alma-yin, oscura [?]. Quien al despertar está sombrío y deprimido, encadenado a
la figura corpórea, está encadenado por el ánima."
En tal sentido, no deja de ser curioso que la
letra de "Encadenado al ánima" (llena de imágenes surrealistas:
"La distancia es un caudal de eternidad agazapada sobre la espalda de un
león") apareciera firmada no por Spinetta, sino por su padre (Santiago),
cultural y generacionalmente "encadenado" al tango.
* * *
El interés que Spinetta sintió durante décadas
por la obra de Carlos Castaneda parece otra forma distinta de tender "un
puente de inteligencia anímica, interna, entre Occidente y Oriente", como
escribe Jung en El secreto de
la flor de oro .
Padre simbólico de muchos pensadores de la así
llamada "Nueva Era", Castaneda publicó en 1968 su primer libro ( Las enseñanzas de don Juan , un relato que colocaba a un
estudiante de antropología ante las mismísimas puertas de la percepción) y en
1973 coronó, aunque no terminó, la serie con Viaje
a Ixtlán . Libro a libro, iba
narrando en primera persona la lenta y casi siempre desconcertante lección de
brujería a la que lo sometía don Juan Matus, un viejo chamán yaqui dispuesto a
convertirlo en su joven discípulo.
Castaneda no fue el primero en interesarse por
el chamanismo ni tampoco por el uso del peyote y otras plantas alucinógenas en
la cultura azteca (el mismísimo Artaud fue uno de los muchos interesados), pero
encontró un formato sumamente ameno, no tan académico como el que había
empleado a mediados de los años 1950 Aldous Huxley en su The Doors of Perception , el libro que inspirara a Jim
Morrison a la hora de bautizar a su banda musical.
Uno de las principios centrales que don Juan
Matus le inculca a Carlos es que debe borrar la historia personal, porque
"la historia personal es basura": mejor olvidarse del pasado para ser
una persona nueva cada día y obtener la libertad de lo imprevisible.
"Sentirse importante lo hace a uno
pesado, torpe y vano. Para ser un guerrero, uno necesita ser ligero y
fluido", dice don Juan. Los detractores de Castaneda (quienes creen que el
libro es mera ficción y que don Juan nunca existió) arguyen que estas ideas
provienen directamente de la filosofía budista, que propicia el
empequeñecimiento del "yo" o de la identidad personal a favor de un
"yo" colectivo.
"El budismo niega el yo", explicaba
Jorge Luis Borges durante una conferencia en el Colegio Libre de Estudios
Superiores, que fue seguramente el embrión de su libro Qué es el budismo , escrito junto con Alicia Jurado.
Y seguía diciendo: "Una de las desilusiones capitales es la del yo. [?] No
hay un sujeto, lo que hay es una serie de estados mentales".
Otro escritor que indagó en este sentido fue
Octavio Paz, quien pasó muchos años en Oriente y estableció (tanto en su
interesantísimo ensayo Vislumbres
de la India como en otros
libros) diversas analogías no sólo entre la cultura mexicana y la india, sino
también entre el budismo y las vanguardias del siglo XX, principalmente el
surrealismo. "A más de dos mil años de distancia, la poesía occidental
descubre algo que constituye la enseñanza central del budismo: el yo es una ilusión,
una congregación de sensaciones, pensamientos y deseos", dice Paz en un
ensayo sobre el surrealismo. "La sistemática destrucción del yo -o mejor
dicho: la objetivización del sujeto- se realiza a través de diversas técnicas.
La más notable y eficaz es la escritura automática; o sea: el dictado del
pensamiento no dirigido, emancipado de las interdicciones de la moral, la razón
o el gusto artístico." [...]
* * *
Hace unas cinco décadas, el escritor francés
Michel Random visitó la casa de Yukio Mishima, en Japón, y le llamó la atención
que fuese tan europea en su estilo y en su decoración. "¿Cómo se explica
-le preguntó- que en su casa no haya nada japonés?". Mishima sonrió y le
dijo: "Aquí tan sólo lo invisible es japonés".
Los grandes artistas poseen el don de
comunicar con lo invisible: no únicamente de lograr que lo invisible se vuelva
palpable, sino de ayudarnos a ver de otra manera lo que damos por obvio. Las
libélulas son pimientos para los ojos creativos. [...]
Cuando muere alguien como Spinetta, dos sensaciones
aparecen con la sensata velocidad de los lugares comunes: que la gente como
Spinetta nunca muere y que la muerte de la gente como Spinetta hace que muera
una parte de quienes crecimos con él y gracias a él.
Nada más cierto que estas sensaciones. Pero la
mejor manera de darle gracias, sospecho, es luchar para que no muera en
nosotros aquello que nos enseñó su arte.
[...] Ángel-poeta, "hombre de luz"
(como rezaba una vieja canción de Almendra), Spinetta nos ayudó salvar la piel
(y el alma) en medio de la noche de la dictadura. Nos recordó que, si estamos
atentos, la vida tiene música. Que nuestro ego es, en el fondo, "un
silbido más en el viento". Que el arte, cuando ataca, es irresistible. Que
"deberás crear/ si quieres ver a tu tierra en paz". Que hay que
abrirse al "mágico y misterioso" mundo. Que hay que amar y ver si uno
es capaz de amar con la libre osadía del viento. Nos enseñó, en fin, que para
los días de la vida ("vida siempre", contra el instinto de muerte)
hay que pensar que mañana es mejor.