miércoles, 20 de junio de 2012

UNA PASIÓN MÍSTICA

Entrevista / Jorge Volpi

Una pasión mística

El escritor habla de La tejedora de sombras, novela ganadora del premio Planeta- Casamérica 2012, en la que recrea el romance clandestino entre dos pioneros de la psicología estadounidense
Por Martin Lojo  | LA NACION
Las visiones de Christiana Morgan,
dibujadas por ella y analizadas en terapia
 como expresión de los arquetipos
del inconsciente. Foto: LA NACION
Casi como una revancha de las críticas que en los últimos años sufrió por parte de la psiquiatría y la psicología cognitiva, el psicoanálisis vuelve a probar su fuerza gravitacional en la cultura, ahora como protagonista de la ficción. Luego del estreno de Un método peligroso , el film de David Cronenberg que narra la relación de Jung con Sabina Spielrein, y La última sesión de Freud , la obra de teatro de Mark St. Germain -que puede verse estos días en Multiteatro, dirigida por Daniel Veronese-, el escritor mexicano Jorge Volpi (México, 1968) visitó Buenos Aires para presentar La tejedora de sombras , novela ganadora del premio Planeta-Casamérica 2012, en la que ajustó cuentas con las profundidades del inconsciente según Jung. La novela sigue los avatares de la intensa relación clandestina entre Christiana Morgan (1897-1967) y Henry Murray (1893-1988), pioneros de la psicología estadounidense y creadores del test de apercepción temática (TAT), todavía vigente. Pero, más allá de la anécdota biográfica, Volpi se aferró a la ficción para recrear los sentimientos y conflictos psicológicos de Christiana, las visiones que oscurecían su carácter desde niña y el efecto trágico que tuvo en su vida y en su amor por Henry haber sido admiradora devota y paciente ejemplar de Carl Gustav Jung.
Me encontré con la historia por casualidad. Estaba investigando sobre el Unabomber, el terrorista norteamericano, porque pensaba incluirlo en mi novela No será la Tierra . Descubrí que había estudiado matemáticas en Harvard y que, según su testimonio, allí había participado de un experimento psicológico muy traumático dirigido por un profesor llamado Henry Murray. Murray no sólo era conocido por esos experimentos muy duros con sus alumnos, sino también por su relación secreta con una amante, Christiana Morgan. Tiempo después recordé esa historia y volví a ella con más interés. La búsqueda me condujo a solicitar ser investigador visitante en Harvard para poder ver los archivos de ambos.
-¿Qué lo sedujo de la historia?
-Aunque en un principio me interesó Henry, finalmente fue Christiana quien me sedujo y terminó siendo la protagonista del libro. Era una mujer típica de su época: educada según las normas estrictas de su elevada clase social, pero llena de inquietudes artísticas e intelectuales, lo que la llevó a enfrentarse con los modelos femeninos tradicionales.
No obstante estar casada con William Morgan, un veterano de guerra, y tener un hijo con él, Christiana no pudo adaptarse a los roles de esposa y madre para los que estaba destinada. Su hastío la llevó a caer en los brazos de diversos amantes y, definitivamente, en los de Henry Murray, un médico de Harvard casado con una heredera bostoniana. Pero la inquietud anímica de Christiana no podía aliviarse con una infidelidad convencional. La búsqueda de otro tipo de trascendencia y su interés por el incipiente psicoanálisis hicieron que le propusiera a Henry, antes de consumar su relación, viajar juntos a Suiza para entrevistarse con Jung.
"Es muy interesante la forma que tienen esas sesiones -dice Volpi-, cómo el analista la hace entrar en esos estados de trance y recuperar la capacidad visionaria de su niñez para poder estudiar mejor el inconsciente. Jung también estimula la experimentación con formas de pareja no monógamas, así que, por supuesto, Christiana se convierte en amante de Henry. Emprendieron una relación que duró cuarenta y dos años, a la que llamaban ?la díada'. Una búsqueda de exacerbar todas las posibilidades del amor desde una perspectiva jungiana."
-¿En qué consistía el experimento?
-Según las teorías junguianas, las religiones tradicionales ya no funcionan, no podemos creer en ellas, pero el hombre necesita de la religiosidad. A partir de esa idea, ellos inventan una religión íntima del amor. Construyen un templo en la torre donde se encuentran e inventan un panteón de dioses personales; sus encuentros sexuales se transforman en ceremonias, con rituales y oraciones. Es una relación fascinante y enloquecida, que lleva al borde de la locura el intento de racionalizar el amor y mantenerlo vivo con el paso del tiempo. Una lucha que, sobre todo, sostiene Christiana, y que evidentemente pierde.
-¿Qué tipo de documentos consultó sobre la relación?
-Hay muchas cosas, porque Christiana, como cuenta la novela, está empeñada en convertir la díada en un ejemplo de amor ideal para el mundo. Quiere documentar minuciosamente su vínculo y que Henry lo cuente en un libro que llaman "La proposición". Hay muchos cuadernos, diarios, cartas, fotografías y fragmentos de ese libro que nunca fue concluido. Christiana anotó también en detalle las sesiones con Jung, y también dibujó sus visiones, que se analizaban en la terapia como la expresión de los arquetipos del inconsciente.
-¿Qué tomó de los documentos y dónde comienza la reconstrucción ficcional?
-Leí todo lo que pude, pero no iba a escribir una biografía ni una novela biográfica. Es una novela basada en un personaje real, que intenta recrear su vida interior. Tomé todo lo que resultaba interesante en términos íntimos y, a partir de eso, el trabajo de novelista fue ensamblar los elementos para reconstruir la experiencia de los protagonistas, sobre todo, la voz interior de Christiana.
-La novela se detiene en especial en la dualidad de Christiana, dividida entre los delirios que surgen de sus visiones y la apasionada racionalidad científica que le permite dedicarse al estudio de las personalidades y desarrollar junto con Henry el TAT. ¿Cómo trabajó esos contrastes en la escritura?
-Esos conflictos internos me interesaban mucho. No sé exactamente cómo los plasmé. Uno intenta meterse en el personaje y vivir un poco esas contradicciones. Traté de mostrar el temperamento científico que hace que ella quiera que su amor sea una especie de experimento controlado, y la irracionalidad profunda que atraviesa la historia, propiciada por las visiones y la relación de Christiana con eso que ella cree que es su inconsciente.
-La intervención de Jung en la historia lo deja bastante mal parado. ¿Por qué lo retrató de modo tan crítico?
-Tengo una visión crítica respecto del psicoanálisis en general, aunque me interesa mucho. Pero como tengo ese prejuicio, no quería ni criticar ni burlarme de Jung abiertamente en ningún sentido, sino más bien exponerlo como era. Por eso en el libro, aunque todos los diarios de Christiana son un invento mío, quise dejar como documento las palabras que Jung le dijo realmente durante el análisis. Las frases textuales provienen de los cuadernos que ella escribía luego de cada sesión, donde consta todo lo que Jung le decía. La mejor manera de exponerlo sin prejuicios era dejar que él mismo hablara. Si eso parece una crítica, es porque así era.
-Durante el análisis, Jung estimula las visiones de Christiana y las interpreta como una emergencia de su personalidad arquetípica y una afirmación de su verdadera personalidad, además de alentarla a concretar una relación poligámica. Pero más tarde, ante la comunidad científica, presenta su caso como el de una psicótica atrapada por sus impulsos primitivos. Parece que Jung instigara los síntomas que luego va a analizar.
-Ésa es la impresión que me dio, y una de las razones que me interesaron para escribir la historia. No conozco tan directamente otros casos de sus pacientes, pero en éste en particular, creo que para Jung era menos importante el bienestar de la paciente que la investigación de la psiquis y, por lo tanto, era necesario llevar a Christiana a esos trances, semejantes a los que el propio Jung tenía. Nada en el análisis parece hacer que Christiana se sienta mejor. Tal vez se conociese más a sí misma, y contribuyese al análisis y las teorías junguianas pero, a posteriori , no da la impresión de que la terapia la haya ayudado.
-Las normas que Henry Murray establece para la escritura de "La proposición" son similares a las reglas de registro de un experimento surrealista. Un detalle que acerca aún más a Christiana a personajes como la Nadjade André Breton o la Maga de Cortázar: la mujer como una iluminada ciega que lleva al escritor a las oscuridades del inconsciente. En ese sentido, este libro es una suerte de reivindicación de esos personajes.
-Sí, claro. Son personajes que renuncian a las ideas convencionales de mujer que la sociedad les depara, pero se destruyen en el intento porque las esperan barreras aún peores. Son lo que Jung llamaba "las mujeres inspiradoras". No es la madre, ni la esposa, no es una mujer tradicional para su círculo social, pero la única opción que Jung le propone es la de ser una mujer inspiradora para un hombre. Criarlo para convertirlo en una personalidad importante para el mundo. Ella toma esa segunda apuesta, revolucionaria para su momento, pero nunca nadie le da la posibilidad de convertirse ella misma en creadora. Entonces dedica su creatividad a convertir a Henry en un gran hombre y a su amor por él en un acontecimiento apasionante para ser narrado. El dilema es que a la mujer inspiradora se le impide inspirarse a sí misma.
-¿A qué cree que se debe que un personaje como Jung haya sido recuperado recientemente por ficciones como su novela o la película Un método peligroso , de David Cronenberg?
-Jung es una figura fantástica, aunque muy contradictoria y no tan simpática, que tiene una influencia mayor de la que se cree. Los psicoanalistas junguianos que dan terapia son muy pocos comparados con los de corrientes más centrales, como la freudiana y la lacaniana, pero, más allá de la clínica, su triunfo es más fuerte en otros campos. Jung abre más todavía que Freud la sensación de que el psicoanálisis sirve, sobre todo, para interpretar la cultura. Esa faceta sigue siendo importante pese al descrédito del psicoanálisis como terapia..








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