sábado, 31 de enero de 2015

Alejandro Borensztein. Premios Turro 2013

Como ya es habitual para esta época del año, el Club de los Malos ofrece un variado menú de calamidades. Saqueos, cortes de luz, falta de agua, disturbios, aumentos de precios, furia social, políticos desorientados, son sólo algunas de las ofertas navideñas con las que homenajeamos a la sociedad, aprovechando también las bondades del clima que siempre nos acompaña con 35°C o 36°C. Nunca menos.
Para evitar padecer nuestras guachadas en carne propia, la tradicional Gala de Entrega de los Premios Turro se llevó a cabo en un lugar alejado de los centros conflictivos: El Calafate. Allí fueron arribando los miembros de la institución, algunos en vuelos regulares y otros en sus propios aviones particulares, verificándose una de las máximas del CDLM: “Dime de qué tamaño es tu avión privado y te diré qué clase de hijo de puta eres”.
Las delegaciones se hospedaron en los hoteles de los Kirchner, con todos los gastos a cargo de una nueva estrella del Club de los Malos: Chácharo Páez (le cambiamos el nombre según su propio pedido, de puro humilde que es). La operación de lavado y retorno de dinero que organizamos con Páez para arruinar la imagen de la familia presidencial, también sirvió para alojar a nuestros turros.
La ceremonia arrancó con el primer batacazo.
En la categoría Mejor Labor en Provincia, Insfrán y Alperovich eran los favoritos. Sin embargo, el ganador fue Zamora, el ex gobernador de Santiago del Estero, quien pretendió violar la Constitución provincial y postularse para un ilegal tercer mandato alegando que el primero no computaba por ser anterior a la Reforma Constitucional que lo habilitó para una única reelección (lo mismo intentó Menem en el 99). Al frustrar la Corte Suprema la maniobra, no tuvo mejor idea que candidatear a su esposa. Lo mejor del asunto es que ella ganó, por lo que la continuidad de la truchada de gobernar en pareja y pasarse el poder entre parientes quedó garantizada.
El premio a la Mejor Labor en Ciudad fue compartido entre l os guachos de las empresas que hacen reparaciones en la calle y el equipo de turros del Gobierno de la Ciudad, que permite que esas empresas “protejan” las obras con corralitos de madera de cajón de manzana, sin indicaciones y sin iluminar para que los automovilistas se los lleven puestos al anochecer. De ese modo, los autos caen en los pozos, los clavos de las maderas pinchan los neumáticos y las tablas vuelan e impactan sobre niños y ancianos. Una fiesta. Entregó la estatuilla Usain Bolt que venía de encanutarse 4 palos por la payasada que le hicimos hacer con el Metrobus.
El premio Mejor Labor en Transporte Público fue una vez más para Julio De Vido (también ganó el de Mejor Labor en Energía) por comprar vagones de subterráneos dos talles más grandes que las estaciones, obligando al GCBA a limar andenes y agrandar túneles. Muy ingenioso.
El momento más emotivo fue cuando se anunció el Premio a la Trayectoria para el ex secretario Moreno. Un justo reconocimiento a una de las figuras que más daño le ha hecho a la economía del país y al kirchnerismo. Se proyectó un video con imágenes memorables, desde el INDEC y la inflación hasta el cepo y la caída de reservas, pasando por las amenazas, las patoteadas, la Morenocard, la destrucción del stock ganadero, y otros logros. Entregó la estatuilla, especialmente invitado, otro grande: Domingo Cavallo. Fue la foto de la noche. Dos potencias se saludaban en el escenario mientras el auditorio aplaudía de pie.
Entre los Perturbadores Cotidianos, recibieron sus premios los fabricantes de bolsitas para supermercados, los de los paquetes de galletitas con la tirita roja, los que cierran los frascos de dulces y aceitunas con termosellado nuclear (también recibieron la Orden del Mérito “Mano de Piedra Durán Barba”), los fabricantes de los blisters en los que se envasan los cepillos de dientes y los cartuchos de hilo dental (sólo se abren con sable), los call center que llaman a los domicilios ofreciendo servicios bancarios, y un nuevo y pujante grupo de hijos de puta que son los que envían a los celulares mensajes del tipo: “Felicitaciones te ganaste un auto 0K”. Un flamante aporte en pos de minar la paciencia y la moral de los Corderitos de Dios.
Hubo un sentido discurso de Ricardo Forster, quien comentó lo que sintió defendiendo a Chácharo Páez, aplaudiendo a Capitanich y elogiando a Milani. Luego, a dúo con Orlando Barone, leyeron un poema que escribieron conjuntamente titulado: “Adoro al alba el falsoprogresismo y al ocaso comerme los mocos”.
El Premio Turro a la Mejor Labor en Ciencia y Tecnología fue para el famoso “Uña” Domínguez. Hombre de bigote finito, solapa ancha, anillo de lapislázuli y una larguísima uña en el dedo meñique con la que solía apretar los tornillitos de las fichas telefónicas cuando era técnico de la vieja ENTEL, su verdadera escuela de la vida. Hoy es el responsable de los dispositivos que cortan la comunicación entre celulares y de haber logrado que la telefonía celular en la Argentina haya dejado definitivamente de funcionar. Una ovación saludó a este talento nacional del mal.
El plato fuerte era sin duda el Premio Turro 2013 a la Mejor Labor Oficialista. ¿Quién sería el afortunado ganador? ¿Quién le ha hecho más daño al gobierno? En la mesa de Timerman esperaban confiados. Ya había perdido a manos de Antonini Wilson (2008), D’Elía (2009), Jaime (2010), Shocklender (2011) y Boudou (2012), pero esta vez era número puesto.
El acuerdo con Irán destrozó al kirchnerismo como pocas cosas lo habían logrado antes. Grande fue la desazón del Canciller (y de los jerarcas del CDLM que lo manejan) al escuchar el nombre de la ganadora: la procuradora Gils Carbó, cuya manipulación de jueces y fiscales se coronó con el enjuiciamiento de Campagnoli por investigar el caso Chácharo Páez y sus ramificaciones.
Las campanas de medianoche preanunciaron el tradicional ritual de la lluvia dorada. Ese momento en que los jerarcas del CDLM suben a la terraza del Cuartel General de la Institución y, al grito de “¡meadlos y marcad territorio!”, bajan sus braguetas y lanzan esa imperceptible lluvia degradante sobre las cabezas de los Corderitos de Dios que representa la constante garúa de iniquidades con las que devastamos sus vidas. Nada de lo malo que les ocurre es obra de otra cosa que del Club de los Malos. Las cosas son como son porque nosotros hacemos lo que hacemos.
Esta vez fueron los hijos de los jerarcas quienes cumplieron con el ritual mientras los padres seguían la transmisión desde el sur por pantallas gigantes. Todo un símbolo de las nuevas generaciones que garantizan la continuidad del mal.
Que a nadie se le ocurra tener alguna esperanza. Sangre nueva ha de tomar la posta endemoniada. No ha nacido aún en estas tierras quien pueda detenernos. Están perdidos. La historia inexorablemente continúa.
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Alejandro Borensztein nació en 1958 en Buenos Aires. Es arquitecto graduado en la Universidad de Buenos Aires y productor televisivo. En 2000, fundó BBTV, compañía productora de espectáculos de ficción y no ficción para la televisión argentina, entre ellos el exitoso Tiempo final, formato que luego se reprodujo en varios países del mundo. Fue guionista y productor de los programas de televisión de Tato Bores, el mayor comediante político del país. Actualmente escribe una columna dominical de humor político en el diario Clarín. En 2010, ha sido nombrado integrante de la Academia Internacional de Televisión, Artes y Ciencias.